sábado, 4 de octubre de 2014

La mujer en la Semana Santa en 1957

La Revista MUNDA en su número 46 de Abril de 1957, nos deja un articulo sin firma, por lo que a todas luces debe ser del propio director de la publicación. 

Transcribimos del original en papel en su página 8:
Cabecera de la revista
La mujer y la Semana Santa
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Retrato de Narcisa Baranana de Goicoechea
Francisco de Goya (M. Metropolitano de Arte
)
   Aunque la vestimenta típica de un pueblo no adquiere alternativas con la evolución de la moda, sí puede viciarse las ideas de la persona influida del medio ambiente.
   La mujer (salvo raras excepciones) más o menos presuntuosa mantiene el vehemente deseo en destacar ante conocidos o desconocido. Y la falta de susceptibilidad en el mayor número de casos es la que hace dar pie a esas excentricidades que hoy día nos encontramos en la calle haciéndonos irónicamente sonreír.
En estos días pasionales es tradicional en España, especialmente en Andalucía que la mujer vista y se adorne con la clásica mantilla. 
   Y no ha sido preciso que los "snobistas" de las creaciones femeninas se hayan atrevido a la desvirtualización del sobrio vestido atezado y del velo suntuoso para que ellas mismas, con afán de "resultar" extremadamente se decidan a exhibirse muy cerca de lo inoportuno y fachoso. El carnaval pasó y entramos en unas fechas de muy distinta y elevada significación.
   El estilo y la elegancia redundan en la sencillez. Nada de Adornos y tocados desorbitantes, desde luego son llamativos por impropios.
El vestido negro, blanco, azul o rosa, de terciopelo, raso, falla, lana o seda, lo más llanamente confeccionado sin remilgos de atrevidos rizos y pliegues exagerados que impliquen pomposidad.
   Los guantes de gamuza, cabritilla, lisos o calados, alargados o cortos, sin cordones o moñas de colores distintos que desentonen el conjunto con la acritud insoportable del mal gusto.
   Los zapatos, de charol, tafilete o ante, de un solo color,  y expresamente lisos. Las hebillas y adornos (en esta ocasión falsos adornos) evaden la delicada línea de la exactitud.
   Y nada digamos de la peina y la mantilla, tan conservadoras, que no admiten exasperativos diseños en la legítima usanza española.
Vestir con estilo es simplemente, vestir con sencillez.
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Ahí queda eso y lo que ha cambiado el cuento tanto para las mantillas, como para los propios costaleros, que dirían en 1957 de los costales de saco de café o de sabana de Reina Sofía, por no hablar del pantalón a la rodilla y las camisetas de tirantes.
Pero para gustos los colores